Cada 31 de octubre, mucho antes de que existiera lo que hoy conocemos como Halloween, los celtas celebraban su particular fiesta de Año Nuevo: el Samaín. Contaba la leyenda que esa noche tan especial suponía el fin del verano y el inicio del invierno, abriéndose una puerta por donde las almas de los fallecidos volvían al mundo de los vivos para visitar a sus familiares. Con el fin de contener a los muertos, los celtas iluminaban las calles con velas fabricadas a partir de frutas y verduras. Con el paso del tiempo, esas velas rudimentarias acabaron convirtiéndose en un icono de la noche de los muertos por todos conocido: la famosa calabaza de Halloween.
Pero no hace falta saltar el charco para disfrutar del 31 de octubre. En la tradición gallega, esta festividad tiene una impronta histórica: nuestros antepasados fueron sus originarios. Por todo el territorio gallego se pueden encontrar continuas referencias a esta fiesta, que de unas décadas para aquí ha visto caer su popularidad.
Pero como un signo más de nuestra historia, ¡es el momento de reinvindicarlo! Por ello, desde ARUME queremos acercar esta festividad a los más pequeños. El próximo viernes 28 de octubre los niños se llevarán una sorpresa a la hora de comer: ¡Samaín ha hechizado el menú del almuerzo!
Desde ARUME realizaremos un menú completamente tematizado para esta fiesta pero, como siempre, manteniendo los valores nutricionales óptimos para el desarrollo de los peques. Una rica crema de calabaza abrirá el menú, que continuará con una tortilla “embrujada” con ensalada como guarnición.
Por último, ¡llega el postre! Divertida fruta terrorífica con la que los niños se lo pasarán de infarto. El año pasado hicimos un juego con mandarinas para transformarlas en calabazas de Samaín y las risas fueron las protagonistas de la jornada. Un día muy especial que estamos deseando repetir
Nos parece importante para un momento y hablar de la calabaza como parte de una buena dieta. La calabaza es una verdura dulce (¡aprovechemos las chuchas de la naturaleza!) y contiene un 90% de agua y muy pocas calorías e hidratos de carbono. En cambio, es muy rica en vitaminas, minerales y fibra. Además es antioxidante y depurativa. Para cocinarla, lo mejor es cocerla en trozos para que se despegue fácil la piel. Después podemos comerla como guarnición o hacer una crema o puré. Recomendación: la crema con pipas, nueces o semillas como la chia (un superalimento a tener en cuenta) y aliñada con un chorrito de aceite de oliva virgen, ¡está deliciosa!